Que con el fuego que nace del sol, se quemen los espacios en blanco, que se juntes las hojas que abortan los árboles en otoño, que la luna vuelva a salir mil noches seguidas mientras tus manos me tocan, que las nubes se acerquen tanto como nuestros cuerpos encendidos, que los aires se cuelen por nuestros oscuros rincones y rueden por los espacios donde se pueda pasar.
Que las mismas llamas se apaguen con nuestras ganas y se congelen los minutos mientras estamos juntos. Y que vuelva el silencio después… Cuando acostados esperemos el amanecer.
Inanna*
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