16 de junio de 2010

Parte Setenta y Seis. ¿Qué?

¿Ahora quién soy? La misma mujer de siempre intentando ser la niña de antes. La que no tiene problemas ni razones para tenerlos.

Tengo tantas ganas de tacos de aguacate con chile, de esos que mi abuelita me llevaba de lonche cuando iba en la primaria. La Francisco I. Naranjo, esa que está a una cuadra y media de mi casa.
Me sentaría en el tronco, hasta mero arriba, por que ahi se sienta el que llega primero, correría por todo el patio de atrás gritando que nadie me atrapará, cargando con mi muñeca, la que bautizamos mis amigas y yo. A la que le hicimos fiesta y ninguno de los niños asistó, no hasta que sacamos los gansitos y repartimos pastel a todos. Era divertido, después de todo.

Creo que una vez más lloraría al finalizar la ceremonia de cambio de escoltas, haría exacamente el mismo gesto que hice cuando vi a mi madre ahi entre el público. Fue por que era de tarde y no tenía trabajo. Eso lo hizo más especial.

Creo que haría las mismas cosas, desde caerme de la barda de bloques, hasta perderme según yo y que después me contrasen en cualquier lugar del mundo. sin nada en la mano más que una mochila llena de libros.

Ahora soy independiente. Cruzo la calle yo sola y no me han atropellado, compro cocas, papitas, cigarros y hasta caguamas con mi dinero, y no me andan preguntando cuántos años tengo. ¡Que alguien me pida mi identificación, porfavor! Que quiero sentir que puedo cometer errores, y tener todo el tiempo del mundo para aprender de ellos.

Ahora me visto sola, a prisa como siempre, pero sola. Ya no está mi madre apurándome para ir a la escuela, le cambié el papel y ahora yo apuro a cierta personita que tarda siempre en estar listo. Y me desespera igual o más que yo a mi madre en aquellos tiempos. ¡Peiname, mami! Un momento. Ahora mi cabello es corto, no alcanzaría ni una coleta, menos una trenza de esas que van al revéz.

Como me gustaría sentarme en el piso lleno de arena. Llorar por que me raspé las rodillaas y no el alma. Obtener unos bimbuñuelos para el dolor. Aliviarme en dos segundos y volver a llorar escuchando la misma canción que mi madre suele cantarme cada vez que lo necesito, aunque ella no lo sepa.

Mi niña cree en mi, y me siento tan humilde ante este amor... ¡Que alguien me pida mi identificación, por favor!

5 comentarios:

creaciones un zapatito de cristal dijo...

somos niños desde siempre en exencia revivida de corazon latente en poesias besitos gaviota

Anónimo dijo...

<>
"Llorar por que me raspé las rodillaas y no el alma." Vale que esta frase me enterneció, besos a la niña que sigue creciendo en ti en tu bosque de recuerdos.

Rolando A. dijo...

Me gustó mucho tu post.

Inanna de la Garza* dijo...

Gracias !!

Xitlalic dijo...

Cuando era más pequeña, hace no mucho, mi madre me cantaba la misma canción. Cuando íbamos a la primaría, a la secundaría, en la casa antes de comer, cuando me iba a la cama.