25 de octubre de 2007

Y después.


Y después de haber tratado miles de horas de comprender; miré al cielo, ya era de noche y la luna me veía con una luz especial, como diciéndome mil cosas al oído, como si las sustancias no mortales se convirtieran en su luz y me enseñaran el camino donde está tu corazón.


Es cierto que hay veces en que la tristeza se manifiesta de muchas maneras, que la nostalgia camina de lado izquierdo de tu sombra y que se combina con el silencio que siempre guardas en tu garganta.


Son dos pasos en firme y tres de regreso al mismo lugar, suelo pensar que no pienso en nada; no quiero que nada empañe el calor de tu cuerpo esta noche tan oscura como la misma soledad, me duele el espacio en blanco en tu habitación, me duele la ausencia que existe desde que te volviste aire, pero me duele más no poder escucharte, ni tocarte...


Hasta la luna luce más bella desde que tú, estás más cerca, confío mucho en que tus ojos no me dejan de ver, en que tu alma ahora se ha vuelto miles de almas, que te has anidado en las hojas de los árboles, en el sol, en la luna y en las estrellas, confío en que te seguiré observando...


Y me da emoción saber que te has inmortalizado, que tus alas descansan entre las nubes más altas del cielo, y me alegra pensarte en la cima, donde siempre te vi, donde siempre pensé que estarías, y me hace más fuerte tu sonrisa, y me cuela el dolor imaginarme tus ojos, y mi imagen dentro de ellos.


Nunca tuve más ganas de que la eternidad existiera... Y la eternidad ahora la tienes entre tus manos.




Inanna*

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